Solo se mueren los López, y los Fernández, y los Pérez. Comprobado, solo se mueren los infelices y anodinos hombres corrientes. Ya lo decía Álvaro de la Iglesia: solo se mueren los tontos. Los carteles luminosos de los tanatorios señalan las salas ocupadas por simples, ramplones y llanos apellidos. Y la gente, los deudos, que […]
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